El vitral de la tierra

No había nada más ultraterreno en la Edad Media que ver la luz del ocaso penetrar por los grandes murales de las catedrales, eran símbolo de la presencia divina. Aún hoy, a través de la explosión colorida, el hombre que ve un vitral, se empapa se una luz que lo pone más cerquita del cielo. Porque el vitral se usa para las ventanas, para que a través de él veamos un cielo de color y nuestras plegarias se vayan allá arriba donde alcanza la vista.


Pero hay un vitral a nuestros pies, que pocos conocemos, y que se dibuja con las líneas del concreto, líneas que trazan algún boceto del cual nunca nos enteramos. Por ello es que ahora nos hemos decidido a hacer del piso un vitral más. En vez de ver al cielo, veamos la superficie por donde caminamos, y sepamos que de ahí sale una nueva explosión de colores de donde aparecen figuras, aparecen cosas bellas. El vitral de la tierra es aquel que sostiene nuestro camino, del cual no necesitamos plegarias para contar con él; es, a fin de cuentas, el vitral más cerca que tenemos.


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