Un camino en la Gestión Cultural: María Fragoso

Mexicana (1997). Ganadora del tercer lugar nacional en el concurso de cuento corto interactivo “La experiencia de leer” organizado por la Dirección General de Bibliotecas, de CONACULTA con su cuento-corto “Carcafacia”. Se introduce en el mundo editorial con la primera publicación de sus cuentos: “Puntos Fugaces” (Lunetario, 2015). Actualmente ilustradora y maestra de pintura, continúa sus estudios en Literatura y Filosofía por la Universidad Iberoamericana Puebla.
Su meta es conseguir el fundamento de las artes hoy en día para seguir desarrollándose en las diversas artes aplicadas tales como  las literarias, visuales y dramáticas. En definitiva por el rumbo de las artes, su teoría y su práctica.

 “Voy aprendiendo las viejas tendencias y reconociendo las nuevas y, sobre todo, disfrutando de la fe que tengo en esta área como parte del cambio de mi nación

El interés por el Arte Madonnari empieza en aquel momento cumbre cuando descubres que el terreno que pisas es más ancho, más extenso, y ahí encuentras que existen personas que llegan y te conocen, que tú conoces, y en ese conocimiento uno aprende a maravillarse por las circunstancias que se viven. Así, por ejemplo, conocí a Abraham Burciaga, y así me encontré un verano aprendiendo a desgastar mis huellas dactilares en el concreto de un parque público, para aprender a dibujar una figura en el piso.

Fue cuando comenzó la búsqueda. Levantarse y andar, tomar camión, preguntar aquí y allá. Hablar con mil gentes, ignorar a otras mil por andar tras los pasos de otros grandes que ya saben atender estas cuestiones. Porque mientras más indagaba cómo podía buscar el apoyo para ejecutar una muestra de Arte Madonnari en algún piso inmaculado e la ciudad de Puebla, más me encontraba con el desconocimiento de la expresión, de la tradición. No es hasta encontrar las limitaciones cuando uno puede inferir las posibilidades Por ello, encontrar más preguntas que respuestas me otorgaban el entusiasmo de la autenticidad, del orgullo de saber una expresión poco popular, hasta tener el desaliento de no poder asistir algún festival Madonnari que se suscitaban en el norte del país.
¿Por qué no había Madonnari en la región de Puebla, donde se condensa un buen apoyo a la expresión artística?¿Por qué no empezar con un proyecto así aquí y ahora?

Porque entre los pendientes que tenía mi juventud responsable, dictada por buscar un título, una profesión, no había y no llegaba el tiempo de conocer más de cerca aquello que allá arriba de México se estaba gestando tan bien. Porque la gestión me llamaba, y me llamaba a tal punto de encontrarme con aquel círculo social donde se recreaba y se creaba el arte hacia un público: le dicen Gestión Cultural.

La mirada se vuelve cada vez más profunda. Fuera de mis intereses personales, de mis aspiraciones a futuro, definitivamente hay mucho por hacer para que el presente se viva con más intensidad tanto para uno como para todos. Introducir una manifestación de Streetpainting, arte efímero, en una ciudad donde todavía es ambiguo y desconocido aquel discurso, será un reto. Pero sería un problema todavía más complicado, el esperar que la gente a mi alrededor tenga conocimiento de algo que ni siquiera se presentó a ellos de manera amigable, amena. El reto, pues, es introducir una experiencia cercana, de cara a cara, rostro a piso, donde la gente pueda seguir maravillándose con la creación de una “obra de arte” que sale de la calle a donde uno rara vez baja la mirada.

El Arte Madonnari, entre muchas otras cosas, lo represento como ese momento cumbre que describía al principio, cuando se descubre que el terreno que pisas es más ancho, más extenso, y ahí encuentras que existen personas que llegan y que tratan de superar un reto para que una manifestación artística se presente como magia al espectador distraído.

Pero que el reto, así como la magia, se vuelva real.

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